LAPONES,
UNA DISCRIMINACIÓN HISTÓRICA

Texto y fotografías: Diego de Azqueta Bernar y Eduardo Momeñe.©copyright Diego de Azqueta Bernar Publicado en: REVISTA JANO

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El sentido del presente reportaje pretende ser el de una indicativa semblanza histórica que llame la atención sobre el problema histórico y la encrucijada, que en la actualidad, está desarrollándose en todos los pueblos lapones de Noruega, Suecia, Finlandia y la URSS.

HISTORIA

Parece que las primeras fuentes que citan la existencia de los lapones se remontan a Roma y concretamente a la "Germanía", de Tácito, que los conocía ya con la denominación de Fenni. Durante la Edad Media se añadió, además, el prefijo "Sknthl" de semántica noruega -"Deslizarse"-, que era como se los conocía entonces. El primero en denominarles como lapones fue el monje danés "Saxo Gramaticus", en el siglo XIII, a partir de cuando comenzaron a contundirlos con los finlandeses por cuanto habitan la actual Finlandia.

La hegemonía de la corona en estas provincias hizo que siempre se las conociera con nombres suecos, y ya las crónicas de Ericus Olai (siglo XV) y de los hermanos Magnus (siglo XVI) nos hablan de una Laponia que comprendía las provincias del Septentrión, a saber: Tulea, Pitea, Tormo, Kemí y Kola.

Los habitantes actuales de Laponia desechan el nombre de "lapón", que según el pastor "Olaus Petri Niurenios" (siglo XVII) les equipara a andrajosos y sucios. Ellos mismos prefieren denominarse como "Sabme", hoy "same", "samer", "samene" o "samisk", en diversas extensiones de su filología.

EXPLORACIÓN. FISCALIDAD. IGLESIA.

La explotación a que desde tiempo inmemorial han sido sometidos los lapones ha condicionado hasta tal punto su unidad y consistencia que han estado a punto de desaparecer innumerables veces.

En un primer momento, el contacto de los reinos suecos y noruegos con los habitantes del Norte de sus territorios produjo un intercambio comercial de pieles, carne de ballena, pescado y foca que puede decirse que originó el descubrimiento de todas las riquezas existentes en Laponia y el consiguiente plan de explotarlas.

Su escaso número, su falta de unidad, su dispersión territorial y su carencia de agresividad, hacia de los lapones los sujetos pasivos de imposiciones fiscales injustas que poco a poco fueron atando a los nómadas del Norte a la corona de dos o hasta tres reinos distintos, a los que religiosamente tenían que pagar sus exacciones si no querían ser objeto de las pillerías y desmanes de los ejércitos del monarca.

Si estudiamos las leyendas laponas de los "Tsjudes" (Cudit) observaremos cómo los carelios fueron los primeros en imponer duras cargas fiscales a los lapones en los finales del siglo VIII y hasta el comienzo del siglo XIV.

Son ya famosas las expediciones militares del noruego Thorolk Kveldetifsson y las exacciones forzadas que se vieron obligados a satisfacer los lapones de Ter en la isla soviética de Kol.

Los impuestos comerciales de los carelios duran hasta 1478 con la caída del imperio y la sumisión a la república de Novgorod, momento en el que el Gran Ducado de Moscú se encarga de cobrar tan pesados e impagables impuestos.

Por lo que respecta a los suecos, las exacciones se llevaron con carácter privado por distintos señores, hasta que en el siglo XIV Gustavo Vasa reúne todos los tributos bajo la corona y hace de los "Birkaris", comerciantes y colonos, simples agentes del fisco, con lo que los lapones de Kemi, Tornio, Luleá y Pitea se convierten en sus siervos.

La incidencia de la iglesia luterana en la cultura lapona ha sido muy perjudicial: la historia de la misión comienza en la época de Olov Trygvason (999), desarrollándose con mayor amplitud durante el reinado de Jaime I, época en que las penas impuestas a los "shamones", curanderos y practicantes de las ciencias ocultas y toda clase de mágicos conjuros, hacen desaparecer progresivamente múltiples rasgos culturales.

La conversión se realizaba militarmente, eliminando todos los símbolos que podían entorpecer la civilización de los lapones. Así, por ejemplo, los tambores mágicos y con ellos gran parte de la música y del folklore lapón fueron desapareciendo. En 1387 el archimandista Feodor bautizó 2.000 lapones en un día.

>En Noruega, la misión discurre desde el siglo XVIII bajo la influencia de Thomas Vanvesten, apóstol de los lapones; y hasta 1840 con el pastor sueco Laeshadius se rueda por los cauces de la normalidad misional sin demasiados desacatos contra los rasgos de la etnia lapona.

DEFINICION

Limitando al sur con Roros, en Noruega; Vilhema y Arvidsjour y Pózala, en Suecia; Rovaniemi, en Finlandia y el paralelo 68 en la Unión Soviética, se extiende un vasto territorio que desde siempre ha venido denominándose como Laponia.

En su interior, la vida de los lapones se ha desarrollado entre las vicisitudes de una constante absorción por las mayorías noruega, sueca, finlandesa y rusa que cada vez más extienden sus territorios hacia el Norte.

Pese a todo, el enorme espíritu del pueblo y la increíble definición de los rasgos formales de su cultura, han permitido que la etnia lapona superviva hasta nuestros días. Quizá el futuro se presente negro y terrible para este pequeño grupo de 40.000 individuos que caracterizan la cultura lapona. Pero lo que es indudable es que desde siempre el devenir de este grupo ha chocado con los intereses de las mayorías escandinavas, peligrando las bases de su cultura.

Así, por ejemplo, en Noruega el avance hacia las tierras de Laponia se puede decir que comenzó en los siglos XV y XVI y duró hasta el XVIII, con la escapada de los refugiados finlandeses temerosos del khan mongol Ugedei.

El choque de todos estos inmigrantes comenzó por afectar a los lapones de la costa, quienes hasta entonces practicaron un moderado seminomadismo caracterizado por desplazamientos de la costa en verano a los fiordos en invierno, donde encontraban las maderas necesarias para su incipiente industria astillera y donde la caza del oso y del reno salvaje representaban un sistema de sólida economía. Este seminomadismo se ha venido repitiendo hasta el último siglo en el Porsangerfjord y en el Voranger Fjord, y hasta la gran guerra también entre los lapones "skolts", minoría ortodoxa dentro de la etnia lapona, mayoritariamente luterana.

Así y progresivamente, los inmigrantes del sur fueron echando a los lapones de la costa a las extremidades de los fiordos donde se asentaban, abandonando los renos salvajes por los domesticados. Allí comenzaron a construir barcos como una auténtica industria asimilando las técnicas que siglos atrás introdujeran los noruegos en la zona. Los vestidos de piel, los curtidos y los distintos tratamientos que daban a sus prendas, fueron dándoles un renombre en el mercado noruego, por lo que puede decirse que hasta el siglo XVIII los lapones de Noruega estaban mejor dotados económicamente que los pescadores y colonos noruegos.

Más tarde, la entrada masiva de los colonos noruegos afectó al equilibrio del habitat lapón, desde el momento en que las nuevas técnicas de caza, las armas de fuego y las trampas iban destruyendo las grandes manadas de renos, principal fuente de supervivencia de los lapones de la montaña.

Es Suecia, sin embargo, la población escandinava que invadió Laponia desde el siglo VIl desapareció en el XIV. Es en la segunda mitad del siglo XVI cuando comienza la colonización de Laponia por Suecia. La corona sueca, sin embargo, impuso a los colonos la obligación de no utilizar los recursos naturales a más de 5 km de radio de sus casas. De esta manera se pretendió salvaguardar un poco el derecho de los pueblos nómadas del norte. Sin embargo, no podía preverse nunca el resultado de tan justas medidas en aquellas regiones inhóspitas y alejadas, y progresivamente los problemas de contacto entre los lapones y los colonos fueron acentuándose y llenándose de historias más o menos dignas de ser tomadas en cuenta. A saber, la de los asesinatos de Liüngdalen en la frontera de Harjedolen y de Jaintland, o las matanzas de varios miles de renos en Horjedon.

Los choques entre lapones nómadas y colonos agricultores hacían que la animadversión tanto de unos como de otros fuera en aumento, hasta llegar a las situaciones de desacato en injusticia que caracterizaron esta época.

En 1757, y para proteger a los lapones de las expediciones de caza de los colonos, se trazó una frontera de las "lappmark" que se vino a denominar Laponia. Sin embargo, se autorizó a los colonos para que se instalaran al norte de esta demarcación infiltrándose en los terrenos de caza y explotando todas las riquezas laponas.

En el Norrbotten, la Industria minera fue la causa de una explotación ya clásica en los lapones, para la que se les exigía trasladar el material encima de sus renos, llegando a sumirles en un estado de casi servilismo.

Finalmente, la reciente creación de centros urbanos tales como Kirkens, Kiruna, Malmberget y Koutokelro, en Noruega y Suecia, han ido progresivamente terminando las grandes superficies que eran tan necesarias para la dispersión de las grandes manadas de renos.

En Finlandia, los "birkals" o agentes fiscales de la corona, fueron tomando concubinas de los pueblos lapones a las que consideraban como sus siervas Un gran número de matrimonios entre las culturas laponas y finlandesa fue haciendo que los "birkals" se apropiaran de las tierras laponas. Sobre todo con las guerras septentrionales del XVIII y con las grandes plagas de hambre del XIX se produce una gran dispersión de los colonos hacia el Norte.

En Rusia, la colonización se realizó siempre a través de los conductos fluviales y marítimos, por lo que los lapones de las montañas pudieron preservarse del choque cultural hasta la Ley de 1876, en que se fomentaba la emigración de los rusos y los "noruegos" hacia el norte.

A partir de este momento y hasta la precipitada fuga de los lapones "skolts" a la vecina Inaria el Valo (en Finlandia) el destino de los lapones rusos ha seguido desmembrándose progresivamente.

PROBLEMATICA Y SUBSISTENCIA

Uno de los mayores problemas con que se topan los etnólogos es el de asignar los criterios que permitan encuadrar a los lapones dentro de un grupo, y probablemente el único posible sea el del idioma. El Consejo Lapón ínter nórdico ha venido decidiendo, en recientes aseveraciones, que podrían ser lapones con todos los derechos que este "status" les concede, todos aquellos que tengan padres o ascendientes en segundo grado laponfonos.

Esta reglamentación recoge las disposiciones suecas de 18 de julio de 1928, y noruegas de 12 mayo 1933, y la resolución del estado finlandés sobre el problema lapón, emitida en 1951.

Los auténticos golpes que hacen tambalear la estructura lapona en nuestros días comenzaron con la Revolución Rusa de 1917, acabándose el lucrativo comercio de Pomor, en el que los rusos trocaban sus cereales y harinas por los pescados y piezas capturadas por los lapones.

Los primeros afectados fueron los lapones de la costa y, posteriormente, los sedentarios del interior que, lógicamente, estaban mal preparados para hacer frente a la creciente mecanización agrícola.

DEPENDENCIA HÍSTORICA DEL RENO

Los lapones, que en los buenos tiempos vivían siguiendo las grandes manadas de renos, los nómadas orgullosos y soberbios, los puros trabajadores del reno, se han visto obligados hoy a integrarse en una economía monetaria que cada vez les exige más y más renos para subsistir. El oligopolio de demanda de los grandes "pools" hace que los precios no sigan las fluctuaciones de la economía nacional. Hoy todavía, los lapones no han sabido agruparse para hacer frente a estos oligopolios, siendo peligrosamente explotados por ellos. El número de renos necesarios para la subsistencia de una familia se ha elevado, disminuyendo los grandes espacios que el reno necesita para su constante vagar. Los lapones que hoy viven exclusivamente del reno, como antaño, son una minoría (17%) y, sin embargo, son quienes alcanzan un mayor bienestar socioeconómico.

A pesar de ello, este número va progresivamente decreciendo debido a la disminución de los grandes espacios (imprescindibles para los renos), motivadas por la creciente implantación de carreteras, industrias, zonas militares y presencia de turistas.

La mecanización necesaria de los pastores lapones exige que hoy en día sustituyan sus trineos por los modernos "snow-mobiles" ("scooter" de nieve), de alto valor adquisitivo.

Asimismo, se hace necesaria la adquisición de dos casas, una para vigilar los pastos de invierno y otra para los de verano, por lo que esta actividad resulta tremendamente cara y no demasiado rentable.

Además, las epidemias que como en 1969 afectaron a gran número de renos, están ocasionando un progresivo abandono de la economía del reno, que es actualmente la más lucrativa para los lapones.

Además, el problema fundamental de estos pequeños grupos ha sido, al menos en Noruega, a principios de siglo, que su ignorancia de la lengua de la mayoría les impedía poder adquirir tierras en propiedad y, por ello, debían comenzar a aprender la lengua y la cultura noruega, perdiendo irremisiblemente la suya propia.

IDENTIDAD

En efecto, la identidad de los lapones como grupo está exclusivamente en función de su lengua pero, por otro lado, su urgente integración a la sociedad occidental, necesaria para su supervivencia, exige el abandono de todos sus atavismos culturales que progresivamente pertenecerán a su pasado histórico.

La lengua lapona, además, presenta un rica proliferación en dialectos, entre los que se pueden contar siete principales, difícilmente comprensibles entre sí. De todas formas, un 75 % de los lapones hablan el dialecto del Norte y ya hoy en día se está comenzando a unificar la ortografía entre los lapones de Noruega y Suecia.

Los diversos grupos lapones no están todavía de acuerdo sobre la política que deberán seguir frente a la progresiva desculturización que se les echa encima, pues si bien unos propugnan el nacionalismo a ultranza, volviendo a los antiguos usos y organizando una reserva humana en Laponia, otros pretenden la total desvinculación a la cultura lapona como único medio de incorporación e integración en la cultura occidental.

Los lapones de la costa noruega, por ejemplo, pretenden abandonar todo su arraigo cultural tachándose ellos mismo de noruegos y, abandonando costumbres y vestidos buscan desesperadamente un "status" social de noruegos, originando a nivel psicológico una tensión y ansiedad crecientes.

Por otro lado, la distanciación de sus rasgos físicos, la dificultad con el lenguaje de la mayoría y la afición desmedida de los lapones al alcohol, implican una cierta segregación psicológica por parte de los suecos, noruegos y finlandeses, quienes despectivamente han llegado a hablar de ellos como de borrachines cantadores de "oikus" -antiquísimos cánticos de tradición milenaria-. Así, el problema que presentan estos individuos asimilados es bastante angustioso, sobre todo teniendo en cuenta que surgen de una sociedad de definición sencilla, para integrarse en una cultura monetaria basada en el vértigo de los intercambios comerciales y en la alucinación del desconcertante consumismo, donde los lapones son, lógicamente, marginados.

Sin embargo, y afortunadamente, desde después de la gran guerra ha surgido una "élite" lapona que, ayuda por parte de la "intelligentsia" escandinava, trata de jugar un "rol" político capaz de influir en las altas esferas de los gobiernos y hacer resurgir el nacionalismo lapón con un progresiva integración en la sociedad occidental. Así, y por medio de la creciente "mass media"-prensa-, radio, TV-, se han venido concienciando un gran número de las esferas más sobresalientes de estos países, logrando que instituciones como el "Nordisk Samerad" -Consejo Lapón Ínter nórdico- tenga influencia en los organismos parlamentarios y obtenga atribuciones exclusivas a los recursos naturales y sistemas educacionales integrales donde la lengua, costumbres, historia y arte laponas recobren progresivamente toda la fuerza perdida en estos últimos tiempos.

En este sentido ya puede apercibirse un movimiento lento y apaciguado que delata una nueva conciencia de "lapón power", si bien todo ello con unas restricciones previas que lo minimizan. Con este fin, está progresivamente entrando un nuevo estatuto de la lengua lapona que pretende la instauración del dialecto lapón del Norte. Así, este renacimiento de los símbolos culturales pretender dar la idea de una riqueza y diversidad cultural que los honre.

MARGINACIÒN HISTÓRICA

Sin embargo, para comprender hasta qué punto el pueblo lapón ha estado discriminado, marginado y olvidado, recordemos unas simples pinceladas de su historia, cuando en 1880 el Consejo de Tromso, en Noruega, prohíbe la enseñanza del lapón en las clases. Este decreto se promulgó en el Parlamento de 1885, cuando en 1914, asimismo, el director de los Colegios del Finmark declaraba que la única lengua escolar era el noruego y que, además, el tapón era una lengua "inferior" y "condenable".

También en 1758 Gunder Hammer, gobernador del Finmark, propone que no se otorgue la confirmación religiosa sino a aquellos lapones que explícitamente hubieran renunciado a su cultura. Christen Heiberg, gobernador entre 1778-1787, propone, asimismo, que los lapones no "noruegables" no puedan contraer matrimonio. Para ello se puso de acuerdo con el pastor de Alta y Talvic (1781-1783).

El libro de Friis -Lajia- nos cuenta también cómo el pastor de Kovtokeino, Olav Josephsen Hjart (1774-1779), quitaba los libros en lapón a los lapones, editados por una misión cercana.

Ya en nuestros días, la importantísima ley de 7 de julio de 1902, en vigor hasta 1960, estipula que el usufructo de las tierras del estado noruego no se transferirán sino exclusivamente a aquellos que sepan hablar, escribir y leer en noruego, discriminando notoriamente a las minorías laponas.

El idioma lapón, castrado y condicionado por el gobierno, fue convirtiéndose en una lengua casi secreta y se comprende que los padres, sacrificando su "laponicidad" por el futuro de sus hijos, no les enseñaran este lenguaje, sino el noruego, imprescindible para desenvolverse ante los nuevos avatares de la vida moderna.

Así, muchas veces, el matrimonio de una joven lapona con un noruego implicaba para los padres una satisfacción espiritual, pues a pesar de perder una hija lapona, tendrían la certeza de que ésta iba a integrarse con mayor facilidad.

El sinnúmero de problemas que hoy se desenvuelven ante el mundo lapón son en definitiva los de saber si se pretende asumir su identidad y superar un hándicap económico, social y cultural heredado de una historia casi colonial que desde tiempos inmemoriales han tenido que soportar los lapones.

Y este problema de desculturización lapona no es sino uno de los muchos que cada día más se están produciendo entre las minorías étnicas de todos los países del mundo y la voraz necesidad de absorción cultural de nuestra sociedad occidental.

Para terminar, recordemos durante unos instantes los últimos versos del himno nacional lapón compuesto por Fsak Saba en 1906 que nos servirán de colofón para meditar sobre tan interesante problema.

 

Jas Fal G 'aftet gal li-gielat. Muitat máddar-maddoid sáni: Sámi-Aednam sámiide!

(Si quieres velar por tu lengua recordarás las palabras de nuestros mayores: ¡Laponia para los lapones!)

Diego de Azqueta Bernar y Eduardo MomeÑe