RECOPILACIÓN DE TEXTOS DE
C. LEVI STRAUSS

Texto y fotografías: Diego de Azqueta Bernar.©copyright Diego de Azqueta Bernar

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1.-"Hoy, cuando islas polinesias anegadas de hormigón son transformadas en portaaviones pesadamente anclados en el fondo de los mares del sur, cuando Asia entera cobra el semblante de una zona enfermiza, cuando las "villas miseria" corroen Africa, cuando la aviación comercial y militar marchita el candor de las selvas americanas o melanesias aún antes de poder destruir su virginidad, ¿cómo la pretendida evasión del viaje podría conseguir otra cosas que ponernos frente a las formas más desgraciadas de nuestra existencia histórica? Esta gran civilización occidental, creadora de las maravillas de que gozamos, no ha conseguido, ciertamente, producirlas sin su contraparte. Como su obra más admirable, pilar dónde se elaboran arquitecturas de una complejidad desconocida, el orden y la armonía de Occidente exigen la eliminación de una prodigiosa masa de subproductos maléficos que infectan actualmente la Tierra. Lo que mostráis en primer lugar, ¡oh viajes! Es nuestra inmundicia arrojada al rostro de la humanidad".

2.- "Entonces comprendo la pasión, la locura, el engaño de los relatos de viaje. Traen la ilusión de lo que ya no existe y que debería existir aún para que pudiéramos escapar a la agobiadora evidencia de que han sido jugados 20.000 años de historia. Ya no hay nada que hacer: la civilización no es más que esa flor frágil que preservábamos, que hacíamos crecer con gran cuidado en algunos rincones abrigados de un terruño rico en especies rústicas, sin duda amenazadoras por su lozanía, pero que permitían variar y vigorizar el plantel. La humanidad se instala en el monocultivo; se dispone a producir la civilización en masa, como la remolacha. Su comida diaria sólo se compondrá de este plato".

3.- "Antaño se arriesgaba la vida en las Indias o en las Américas para traer bienes que hoy nos parecen irrisorios: madera de brasa (de ahí Brasil), tintura roja, o pimienta, por la que en tiempo de Enrique IV se enloquecían hasta tal punto que la corte ponía sus granos en estuches de caramelos para mordisquearlos. Esas sacudidas visuales u olfativas, ese gozoso calor en los ojos, esa quemazón exquisita en la lengua, agregaban un nuevo registro al teclado sensorial de una civilización que no había sospechado siquiera su propia insipidez. ¿Diremos entonces que nuestros modernos Marco Polo traen de esas mismas tierras, ahora en forma de fotografías, libros y relatos, las especias morales que nuestra sociedad, sintiéndose naufragar en el hastío, necesita con mayor apremio?"

4.- "Otro paralelo me parece más significativo. Pues estos modernos condimentos son, quiérase o no, falsificados. No ciertamente porque su naturaleza es puramente psicológica, sino porque, por mas honesto que sea el narrador, no puede ya traérnoslo de manera auténtica. Para que consintamos en recibirlos es necesario por una manipulación que en los más sinceros es solo inconsciente, entresacar y tamizar los recuerdos y sustituir lo vivido por lo estarcido. Abro esos relatos de exploradores: me describen la tribu x como salvaje, la cual conserva todavía en la actualidad las costumbre de no sé qué humanidad primitiva, caricaturizada en algunos breves capítulos. Y yo he pasado semanas enteras de mi vida de estudiante anotando las obras que hace cincuenta años, y también recientemente, hombres de ciencia consagraron al estudio de esa misma tribu antes de que el contacto con los blancos y las epidemias siguientes la redujeran a un puñado de miserables desarraigados. Tal otro grupo, que un viajero adolescente descubriera y estudiara en cuarenta y ocho horas, según se dice, fue entrevisto (y eso no es un hecho desdeñable) durante un desplazamiento fuera de su territorio en un campamento provisional, ingenuamente tomado o confundido por una aldea permanente. Y se velaron cuidadosamente los métodos de acceso, los cuales hubieran revelado el puesto misional -en relaciones cotidianas con los indígenas desde hace veinte años-, la pequeña línea de barcos de motor que se interna hasta lo más profundo del país, pero que el ojo adiestrado descubre a partir de menudos detalles fotográficos, pues el encuadre no siempre consigue evitar las latas oxidadas donde esa humanidad virgen cocina su rancho".

5.- "Mas que un recorrer, la exploración es un escudriñar, una escena fugitiva, un rincón del paisaje, una reflexión cogida al vuelo, es lo único que permite comprender e interpretar horizontes que de otro modo serían estériles".

6.- "Entre el marxismo y el psicoanálisis, ciencias humanas con perspectiva social en un caso e individual en el otro, y la geología, ciencia física aunque tambíen madre y nodriza de la historia, tanto por su método como por su objeto, la etnografía se ubica espontáneamente como en su propio reino. Pues esta humanidad, que no nos parece tener otras limitaciones del globo terretre transmitidas por la historia geológica; indisoluble trabajo que se continúa en el curso de milenios, en la obra de sociedades anónimas, como las fuerzas telúricas y el pensamiento de individuos que ofrecen otros tantos casos particulares a la atención del psicólogo. La etnografía me procura una satisfacción intelectual; en tanto historia que une por sus extremos la historia del mundo y la mía propia, revela al mismo tiempo la razón común de ambas. Proponiéndome el estudio del hombre me libera de la duda, pues considera en él esas diferencias y esos cambios que tienen un sentido para todos los hombres, excepto aquellos privativos de una sola civilización , que se desintegraría si se optara por permanecer fuera de ella. Por último, tranquiliza ese apetito inquietante y destructor del que he hablado, asegurando a mi reflexión una materia prácticamente inagotable, proporcionada por la diversidad de las costumbres, de los hábitos y de las instituciones. Ella reconcilia mi carácter y mi vida."

7.- "Desde entonces esas posibilidades han disminuido más aún. Así, pues, yo reviviría la experiencia de los antiguos viajeros, y a través de ella, ese momento crucial del pensamiento moderno en que, gracias a los grandes descubrimientos, una humanidad que se creía completa y acabada, recibió de golpe, como una contrarrevelación, el anuncio de que no estaba sola, de que constituye una pieza en un conjunto más vasto, y de que para conocerse debía contemplar antes a su irreconocible imagen en ese espejo desde el cual una parcela olvidada por lo siglos iba a lanzar, para mí solo, su primero y último reflejo".

8.“Tan próximos de mí como una imagen en el espejo, podía tocarlos, pero no compenderlos. Recibía al mismo tiempo mi recompensa y mi castigo;¿no era culpa mía y de mi profesión suponer que hay hombres que no son hombres? ¿qué algunos merecen más interés y atención porque el color de su piel y de sus costumbres nos asombran? Con sólo que logre adivinarlos, perderán su cualidad de extraños, y tanto me habría valido permanecer en mi aldea. O bien, como en este caso, conservar esa cualidad: y entonces de nada sirve, puesto que no soy capaz de aprehender qué lo hace tales. Entre esos dos extremos ¿qué caso equívoco nos proporcionan las excusas de las que vivimos? En esa confusión que se engendra de nuestros lectores por observaciones, profundizadas hasta el límite mismo de la inteligibilidad, pero interrumpidas a mitad de camino, ya que sorprenden a seres semejantes, a aquellos para los cuales esos usos son habituales, ¿quién es, finalmente, el verdadero burlado? ¿El lector que cree en nosotros, o nosotros mismos, que no tenemos derecho a quedar satisfechos antes de llegar a disolver ese residuo que proporciona un pretexto a nuestra vanidad?. Que hable, pues este suelo, a falta de los hombres que se rehusan más allá de los prestigios que me han seducido a lo largo de este río, que me responda finalmente y me entregue la fórmula de su virginidad. ¿Dónde yace ésta? ¿detrás de esas confusas apariencias que son todo y nos son nada? Anticipo escenas; las destaco; ¿es este árbol, esta flor? Podrían estar en otra parte. ¿Es también una mentira este todo que me transporta y del que cada parte, tomada aisladamente, se sustrae? Sí debo confesarlo como real, por lo menos quiero alcanzarlo por completo, hasta su último elemento. Rechazo el inmenso paisaje, lo ciño, lo limito hasta esta playa de arcilla y hasta la brizna de hierba: nada prueba que mi vista, ampliando su horizonte, no pudiera reconocer el bosque de Meudon alrededor de esta insignificante parcela diariamente pisoteada por los más verídicos salvajes, pero donde, sin embargo, falta la impronta de Viernes."

9.- "Sobre todo, uno se pregunta: ¿Qué he venido a hacer yo aquí? ¿Qué espero? ¿Con qué fin? ¿Qué es exactamente una investigación etnográfica? ¿El ejercicio normal de una profesión como las demás, con la única diferencia de que el escritorio o el laboratorio están separados del domicilio por algunos millares de kilómetros?¿O la consecuencia de una elección más radical, que implica poner en cuestión el sistema donde uno ha nacido o ha crecido? Yo había dejado Francia hacia cinco años, había abandonado mi carrera universitaria. Durante ese tiempo, mis condiscípulos más sabios subian los escalones; los que como yo antaño, se habían inclinado hacía la política hoy eran diputados o ministros. Y yo corría por los desiertos, persiguiendo arduamente restos de humanidad. ¿ Quién o qué me había empujado a torcer violentamente el curso normal de mi vida? ¿Era una astucia, un hábil rodeo, destinados a permitir mi reintegro a la carrera con ventajas suplementarias, que se tendrían en cuenta? ¿O también mi decisión expresaba una incompatibilidad profunda frente a mi grupo social del cual, ocurriera lo que ocurriese, yo estaba inclinado a vivir cada vez más aislado? Por una singular paradoja, en vez de abrirme un nuevo universo, mi vida aventurera más bien me devolvía al antiguo, en tanto que aquél al que yo había aspirado se disolvia entre mis dedos. En la medida en que los hombres y los paisajes a cuya conquista yo había partido perdían, una vez que los poseían, el significado que esperaba de ellos, esas imágenes decepcionantes eran sustituidas por otras que mi pasado preservaba y a las cuales yo no había dado ningún valor cuando se referían a la realidad que me rodeaba. Andando por comarcas que pocos ojos habían contemplado, compartiendo la existencia de que pueblos que imponían la miseria como precio -pagado, en primer lugar, por ellos mismos- para que yo pudiera remontar el curso de los milenios, ya no veía ni los unos ni los otros, sino visiones fugitivas de la campiña francesa de la que me habia privado, o fragmentos de música o de poesía, que eran expresiones convencionales de una civilización contra la cual yo había optado, debía convencerme, a riesgo de contrariar el sentido que había dado a mi vida. Durante semanas, en esa meseta del Mato Grosso Occidental, no me obsesionaba lo que me rodeaba -que no volvería a ver-, sino una melodía recurrente que mi recuerdo empobrecía: la del estudio número 3 del opus 10 de Chopin, donde, por un escarnio a la amargura que me hería también a mí, me parecía resumirse todo lo que había dejado atrás".

10.- "Legua tras legua, la misma frase melódica cantaba en mi memoria sin que pudiera librarme de ella. Sin cesar le descubría nuevos encantos. Muy débil al principio, me parecía que su trama se enredaba cada vez más como para disimular el extremo que la terminaría. Esta trabazón se hacía inexplicable hasta el punto de que uno se pregunta cómo librarse de ella; de repente, una nota resolvía todo y esa escapatoria parecía librarse aún más audaz que el desarrollo comprometedor que la había precedido, reclamado y hecho posible; al oírla, los desarrollos anteriores se aclaraban con un sentido nuevo: su búsqueda ya no era arbitraria, sino la preparación de esta salida inesperada. ¿Esto era entonces, el viaje? Una exploración de los desiertos de mi memoria, más que de los que me rodeaban? Una tarde, cuando todo dormía bajo el calor aplastante, acurrucado en mi hamaca, y protegido de las "pestes", como se dice allá, por todo el mosquitero, cuya etamina cerrada vuelve el aire menos respirable aún, me pareció que los problemas que me atormentaban proporcionaban material para una pieza de teatro. La concebí con tanta precisión como si ya estuviera escrita. Los indios habían desaparecido. Durante seis días escribí de la mañana a la noche en el reverso de hojas cubiertas de vocabularios, de croquis y de genealogías. Después de ello la inspiración me abandonó en pleno trabajo y jamás me volvió. Cuando releo mis garabatos, no creo tener que lamentarlo."

11.- "Esta duda me sobrevino por primera vez durante mi permanencia forzada en las Antillas, que he recordado al principio de esta obra. En la Martinica visité destilerías de ron rústicas y descuidadas; allí se empleaban aparatos y técnicas que no habían cambiado desde el siglo XVIII. Por el contrario, en Puerto Rico, las fábricas de la compañía que posee una especie de monopolio sobre toda la producción de caña presentaban un espectáculo de depósitos de esmalte blanco y griferia cromada. Sin embargo, los rones de la Martinica, saboreados al pies de viejas cubas de madera con desperdicios agrumados, eran medulosos y perfumados, mientras que los de Puerto Rico, eran vulgares y groseros. La delicadeza de los primeros ¿se deberá quizás a las impurezas, cuya persistencia es favorecida por una preparación arcaica. Este contraste ilustra a mis ojos la paradoja de la civilización cuyos encantos dependen esencialmente de los residuos que transporta en su gluir sin que podamos por eso impedirnos su clarificación. Teniendo dos veces razón, confesamos nuestro error; pues tenemos razón al ser racionales tratando de acrecentar nuestra producción y disminuir nuestros precios de fabricación; pero también tenemos razón en cuidar tiernamente la imperfección que nos empeñamos en eliminar. La vida social consiste en destruir lo que le da su aroma. Esta contradicción parece reabsorverse cuando pasamos de la consideración de la nuestra a la de otras. Pues, arrastrados en el movimiento de la nuestra, en cierto modo, somos parte del proceso. No depende de nosotros el no querer lo que nuestra posición nos obliga a realizar; cuando se trata de sociedades diferentes, todo cambia: la objetividad, imposible en el primer caso nos es amablemente concedida. No siendo ya agente sino espectador de las transformaciones que se operan, nos resulta tanto más lícito pesar el pro y el contra de su devenir y de su pasado en cuanto éstos siguen siendo pretexto para la contemplación estética y la reflexión intelectual, en lugar de habérsenos hecho presentes en la forma de inquietud moral".

12.- "El estudio de esos salvajes aporta algo distinto de la revelación de un estado de naturaleza utópico o del descubrimiento de la sociedad perfecta en el corazón de las selvas; nos ayuda a construir un modelo teórico de la sociedad humana, que no corresponde a ninguna realidad observable pero con cuya ayuda llegaremos a desenmarañar "lo que hay de originario y de artificial en la naturaleza actual del hombre, y a conocer bien un estado que ya no existe, que quizá nunca haya existido, que probablemente no existirá jamás, y del cual, sin embargo, hay que tener nociones justas para juzgar bien nuestro estado presente".

13.- "Si los hombres solo se han empeñado en una tarea: la de hacer una sociedad buena para vivir, las fuerzas que han animado a nuestros lejanos antepasados aún están presentes en nosotros. Nada ha sido juzgado; podemos retomarlo todo. Lo que se hizo y se frustó puede ser rehecho: "La edad de oro que una ciega supersitición había ubicado detrás (o delante) de nosotros, están en nosotros".

14.- "La fraternidad humana adquiere un sentido concreto cuando en la tribu más pobre nos presenta nuestra imagen confirmada, y una experiencia cuyas lecciones podemos asimilar, junto a tantas otras. Y hasta encontraremos en ellas una frescura antigua. Pues, sabiendo que desde hace milenios el hombre no ha logrado sino repetirse, tenderemos acceso a esa nobleza del pensamiento que consiste, más allá de todas las repeticiones, en dar por punto de partida a nuestras reflexiones la grandeza indefinible de los comienzos. Puesto que ser hombre significa para todos nosotros pertenecer a una clase, a una sociedad, a un país, a un continente y a una civilización: puesto que nosotros, europeos y terráqueos, la aventura en el corazón del Nuevo Mundo significa en primer lugar que ése no fue el nuestro y que llevamos en nosotros el crimen de sus destrucción; además, ya que no habrá otros vueltos hacia nosotros mismos, por esta confrontación sepamos, por lo menos, expresarla en sus términos primeros, en un lugar y refiriéndonos a un tiempo en que nuestro mundo ha perdido ya la oportunidad de elegir entre sus misiones".

Diego de Azqueta Bernar