EXPLORADORES DE OTRAS CULTURAS
del libro "Exploradores españoles en el milenio" de la S.G.E, mayo 2003
Texto y fotografías: Diego de Azqueta Bernar.©copyright Diego de Azqueta Bernar

 Volver 

"Pues esos primitivos a quienes basta con visitar para volver purificado, esas cumbres heladas, esas grutas y selvas profundas, templos de altas y aprovechables revelaciones, son, de diferente manera, los enemigos de una sociedad que representa para si misma la comedia de ennoblecerlos en el momento que termina de suprimirlos, pero que solo experimenta hacia ellos espanto y repugnancia, cuando son en realidad sus adversarios verdaderos...

...Pobre presa cazada en las trampas de la civilización mecánica,¡ Oh salvajes de la selva amazónica!¡ tiernas e impotentes víctimas! puedo resignarme a comprender el destino que os anonada, pero de ninguna manera a ser engañado por esta brujería mas mezquina que la vuestra, que, ante un público ávido, enarbola álbumes en kodachrome en reemplazo de vuestras máscaras destruidas.

¿Cree acaso este que podrá apropiarse de vuestros encantos?

¿No satisfecho aún , y ni siquiera consciente de aboliros, necesita saciar febrilmente con vuestras sombras el canibalismo nostálgico de una historia a la cual ya habéis sucumbido".

Tristes trópicos, 1955 Claude, Lévi-Strauss

La exploración de otras culturas, la historia de los viajeros hispanos, misioneros, antropólogos, etnógrafos o reporteros del siglo veinte, debería verse encuadrada en estas duras palabras del antropólogo y filósofo francés Lévi-Strauss, (1908-1986) fundador del estructuralismo.

En este siglo en el que tantas sociedades y culturas indígenas han desaparecido por el genocidio, las enfermedades y la incomprensión de los intereses de los blancos.

La búsqueda y el estudio del "otro", de los más de 5.000 pueblos indígenas del planeta que suman 300 millones de personas y en cuyos territorios se contiene el 80 % de la biodiversidad del planeta , es muchas veces, la persecución de una identidad que hemos perdido y nos hace, cada día, buscar un futuro sin rumbo, sin conocer, en términos geográficos, cuál es nuestra verdadera latitud y nuestra longitud.

Debido a las limitaciones de espacio de este capítulo, sólo un puñado de antropólogos, misioneros, etnógrafos, fotógrafos o reporteros, serán una pequeña muestra de los viajes de los españoles a finales de este siglo XX, en las búsquedas de un conocimiento mejor de otras culturas que estaban extinguiéndose.

Las aportaciones de estos viajeros contemporáneos españoles a la exploración de otras culturas, la mejora del conocimiento de otras sociedades distantes, es arduo difícil de valorar en un siglo en el que la explosión del turismo y las comunicaciones, hace cada vez más difícil llegar a lugares remotos sin encontrar ecoturistas en el área.

El criterio de rigor científico, publicaciones especializadas y viajes cuidadosamente planificados a lugares distantes y de difícil acceso cuando se realizaron, en muchos casos, ha sido el criterio de selección después de enviar cartas solicitando esta información a los departamentos de Antropología de Universidades Españolas, contactar con antropólogos reporteros amigos y releyendo los buscadores de Internet...

Todos los viajeros que se mencionan en este apartado han contribuido de manera significativa a la mejora del conocimiento de otras culturas, y en muchos casos, a la defensa encarnizada de las mismas. Viajando siempre en condiciones muy duras, a lugares remotos donde todavía se mantienen otras formas de vida, otras culturas y otros modelos de desarrollo de “ese mismo homo sapiens,” que somos nosotros y los indígenas a los que visitamos.

Antes de empezar con este viaje literario, recordaremos brevemente, la historia de las exploraciones y de los grandes viajes para observar que hay que revisarla constantemente y adaptarla a los nuevos tiempos, si quiere ser rigurosa. Pero sobre todo, para que entendamos quiénes son los viajeros hispanos, de dónde venimos y a dónde vamos.

"Soy mi latitud y longitud", decía Antonio Marraco en un interesante artículo referido a un viaje amazónico de los años 70. "Quién no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va", repetía este iconoclasta trotamundos, porque muchos a los que se considera, que fueron los primeros en llegar, en otros tiempos mas distantes y a los que se les califica como grandes exploradores en las divulgaciones de las expediciones y exploraciones pasadas, debemos verlos con perspectiva, en la historia de las exploraciones y los grandes viajes.

Un ejemplo histórico, James Cook, pareciera leyendo algunos libros, que fue el único y el más grande explorador de los Mares del Sur, debería juzgársele a la luz de otros grandes exploradores y navegantes españoles, quienes cien años antes viajaron, navegaron, descubrieron y exploraron islas, estudiaron corrientes y vientos y, cartografiaron por vez primera penínsulas y archipiélagos, antes nunca visitados por occidentales en ese mismo Océano Pacifico. Aunque nadie se acuerde de ellos, sus estudios fueron la base de la divulgación posterior de sus exploraciones.

No en vano, la toma de la ciudad de Manila (Filipinas) por los ingleses decenas de años más tarde de estos viajes de exploradores españoles, puso en manos no hispánicas las cartas marinas, mapas y diarios de viaje guardados por la Corona Española, como un verdadero tesoro, en la colonia española de Manila. Su lectura, por parte de la marina británica, permitió Cook y a otros navegantes posteriores poder navegar por mares y océanos ya explorados y cartografiados por nuestros marinos españoles.

Grandes exploradores españoles como Luis V. de Torres, Francisco de Hoces, Álvaro de Saavedra, Ruiz López de Villalobos, Álvaro de Mendaña, Pedro Badía, Francisco Lizcano, Quirós, Andrés de Urdaneta, Galiano, Juan de Fusca, entre otros numerosísimos exploradores y estudiosos hispanos son desconocidos para nosotros y para la historia de las exploraciones, a pesar que dieron sus nombres a estrechos, islas, bahías y accidentes naturales a lo largo del Pacífico durante cientos de años en lo que se llamó durante siglos: el Mar Español.

Otro gran viajero como Richard Francis Burton (1821-1890), según algunos el primer occidental en visitar la ciudad de La Meca, nos hace olvidar al viajero y espía español Domingo Badía Leblich que en 1807 en una expedición de carácter científico y político haciéndose pasar por un príncipe musulmán con el seudónimo de Ali-Bey realizó a La Meca y del que casi nadie recuerda cuando hablamos de los primeros occidentales en la ciudad santa.

¿Quién lo reconoce? ¿quién se acuerda de éste y otros grandes viajeros y exploradores españoles?

Constantemente citamos al misionero escocés explorador David Livingstone, (1813-1873) pionero en tierras africanas y nos olvidamos del madrileño misionero Pedro Páez, jesuita, gran viajero y explorador en la Etiopía del siglo XVI. Fue el primer europeo en descubrir las fuentes del Nilo Azul.

En España tenemos grandes viajeros de África. En cuanto rebuscamos en la historia de los viajes encontramos además de Páez, a Manuel Iradier, José Mª de Murga, “el moro Vizcaíno”, Cristóbal Benítez, el intérprete minucioso viajando por los desiertos, o a Pachá Joder con sus viajes al reino de Mali, Joaquín Gatell y Foch, Víctor Abarques, Cervera, Quiroga entre otros. Es entonces cuando debemos replantearnos nuestras percepciones de los grandes viajes de otros, pues sin duda, tenemos una gran tradición viajera y exploratoria que llega hasta la actualidad, como podemos observar en este libro.

Durante siglos, los grandes viajeros españoles estuvieron por delante de la exploración y esto mismo sucede hoy día en la actividad de algunas disciplinas como se muestra en este libro.

España, ha enviado más expediciones que ningún otro país a la cordillera del Himalaya. Dos de los seis montañeros vivos que han escalado los catorce “ocho miles “, en la actualidad es decir un 40 % de los récords mundiales, es español, pero esto, casi no lo conocemos los españoles y en cualquier caso es muy desconocido fuera de nuestro país.

Este libro narra esas y otras proezas de manera amena y documentada.

En estos últimos años donde el avión es accesible a todos y la industria del turismo llega hasta el último rincón del planeta, estas líneas que versan sobre los viajeros, que buscan otras culturas que quieren descubrir y aprender en otras sociedades distintas a la nuestra, quieren testimoniar que la exploración, que los grandes viajeros, que el viaje sin billete de vuelta, también tienen su espacio en la segunda mitad del siglo veinte.

Como dijera un gran explorador y viajero polar, citado numerosas veces por uno de los grandes escritores de viajes españoles, "la exploración es la expresión física de la pasión intelectual". Todos los viajeros de este capítulo han escrito numerosas crónicas o reportajes apasionados de sus viajes e investigaciones.

Antropólogos profesionales o etnógrafos, misioneros o simples investigadores de otras culturas, todos son apasionados por encontrar en sociedades, en cualquiera de los cinco mil pueblos indígenas de la tierra, respuestas a numerosas preguntas que las ciencias sociales y el estudio comparativo de otras culturas nos suscitan, y que el mejor conocimiento del hombre nos plantea.

Los antropólogos, buscando los arquetipos, los mitos que nos encadenan a nuestros arcanos colectivos, nos muestran que el espíritu del viajero; su forma de viajar, el conocimiento de sus percepciones es lo que verdaderamente distingue de los simples turistas, consumidores de templos y sensaciones.

La historia de las exploraciones y los grandes viajes de los antropólogos y misioneros españoles de los últimos años, y de los exploradores de otras culturas y pueblos remotos, se ve inevitablemente teñida de la controversia entre el objeto, la finalidad última del viajero explorador español o no, cuando llega a lugares remotos realizando una aportación a la historia del conocimiento que merezca ser reseñada para la posteridad, en los anales de las ciencias de la geografía o las ciencias sociales, la comprensión de fiestas ritos y relaciones sociales.

Las exploraciones de los pueblos indígenas, antes de su pérdida en la historia de los tiempos deberá ser sin duda un capítulo de este libro: desde Denis Diderot (1713-1784) o Jean Jacques Rousseau a Margaret Mead o Bronislaw Malinowski (1844-1942) "Todas las culturas de un modo u otro reflejan necesidades humanas comunes"

Misionero era el explorador Livingstone, y sin embargo algunos de nuestros viajeros misioneros contemporáneos no pueden ser tildados de exploradores por nosotros mismos y nuestra idealista autocrítica histórica.

Casi no sabemos que eran misioneros hispanos jesuitas, Cacella y Cabral, los primeros occidentales, que visitaron los Himalayas del Buthan y escribieron su "Relación" en 1627. Benito de Goes en su famoso viaje al Tibet (1602) o Antonio de Andrade y Manuel Marques en 1624 con sus nuevas exploraciones en los valles del Tibet. Sin embargo denostamos a algún misionero explorador contemporáneo o algún antropólogo, por no saber encontrar las barreras de la fama, en territorios colonizados por otros, culturalmente, colonizados por otros, o por no ver sus nombres escritos en libros de texto, allende de nuestras fronteras.

Sin embargo, si explorar ríos que antes ningún blanco exploró, si vivir con tribus y estudiar sus costumbres proteger sus derechos y delimitar sus territorios, documentando con trabajos de campo, y publicando relatos o crónicas como antaño lo hicieran otros, no es explorar, ¿a quiénes podemos incluir en esta breve exposición histórica? y ¿ porque no sometemos a un revisionismo al estudiar los objetivos comerciales, políticos, estratégicos, religiosos de los grandes viajes de la historia de las exploraciones que hemos leído en libros editados por sociedades geográficas de otros países, llenos de nombres anglosajones? ¿Por qué no sometemos a revisión y crítica muchos de los libros de viaje contemporáneos traducidos al castellano y escritos por viajeros contemporáneos fuera de nuestro país?

En los años 70, Alejandro Labaka obispo guipuzcoano, comenzó sus exploraciones amazónicas en cayucos y piraguas. Exploró los intricados y angostos, igarapés y marañones de los ríos amazónicos, cono naco , yasuni y cuyabeno, en su afán por entrar y conocer la cultura de los últimos indios huaoranies o aucas. En solitario, sin ayuda ni dinero, armado de su tesón y su tenacidad, Labaka nos abrió el mundo de las tribus huao, junto con los misioneros de el s.i.l. del ecuador que ponían dificultades a la entrada de estos indígenas considerados entonces de la propiedad de el sil.

Estas tribus evitaban a la sociedad blanca, escondiéndose en las cabeceras de los ríos y matando a quien se adentrara en sus territorios, Alejandro Labaka fue muerto a manos de esos indios aucas huaoranies, como en realidad debemos llamarles, por cuarenta lanzazos en su cabeza, cuerpo y extremidades. Así termina trágicamente, en 1987, nueve años de exploraciones por los asentamientos de estos nómadas indígenas, cazadores, recolectores, a los que visitaba pasando largas temporadas en solitario, mientras exploraba la selva, de lo que es hoy el Parque Nacional del Yasuni, en Ecuador.

En esta zona peligrosísima de entonces, donde el clan de los Tagaeri, los últimos indios huaos, que mataron a Labaka han sido asesinados en mayo del 2003, por los maquiavélicos intereses de las compañías que quieren saquear su territorio: Se escapaban de los blancos matándolos, cuando les acechaban, pues según cuentan ellos mismos no querían terminar marginados, empobrecidos y prostituidos como sus hermanos indios que salieron de las selvas, se aculturaban con los blancos terminando sus días en suicidios colectivos, como sucede en muchos casos en otras tribus, por la incomprensión, marginación y enfermedades que la cultura occidental les trae, bajo la bandera del "desarrollo" y de una lucha contra una pobreza que nunca conocieron.

La historia del gran misionero capuchino Alejandro Labaka, no deja de ser la de un gran explorador del amazonas ecuatoriano de los años 70, y su nombre, sus viajes, sus exploraciones por ríos remotos que nunca antes habían sido visitados ni descritos por europeos, deberían aparecer en la historia de los grandes viajeros españoles del siglo veinte. Este misionero, pese a no salir en los programas de televisión de máxima audiencia tiene en sus viajes todos los ingredientes de la exploración contemporánea.

Su obra póstuma "Crónica Huaoranie", es un relato de viajes que nos hace conocer una cultura en extinción, de dos mil indígenas desconocidos para las ciencias sociales y la antropología de los años setenta, salvo por trabajos muy exclusivos entonces escritos por misioneros norteamericanos del S.I.L.

Las fronteras del río Yasuni en la amazonia ecuatoriana, donde el también misionero capuchino Santos Ortiz escribiera en 1975 "Los últimos huaoranies" o "El rincón del brujo" en 1976, entraba ya en la historia de la exploración amazónica de los viajeros españoles contemporáneos desconocidos para el gran público fuera de España.

Miguel Ángel Cabodevilla, también capuchino, documentaría en su trabajo "Los huaoranies, la historia de los últimos pobladores del oriente amazónico", una serie de relatos de viajes amazónicos, de rigor e interés exploratorio y científico.

También en la ignota, amazonía ecuatoriana, la saga de los grandes viajeros españoles se vería descrita por la obra del viajero José Arnalot, "Lo que los achuares me han enseñado" 1975 un leridano que convivió asimilándose completamente a su cultura, años intensos con los clanes jíbaros de Mukumbio y otros famosos caciques y guerreros achuares, uno de los grupos de guerreros jíbaros, en guerra ínter tribal en aquellos años 70 visitados por el autor de estas líneas.

Arnalot, un trabajador social y aventurero, adoptó la cultura, lengua y la vida de los últimos jíbaros, los "achuales" antes de la desintegración de su cultura milenaria. Arnalot realizó largos viajes amazónicos, en los entonces remotos ríos Tigre y Wichimi, como antes lo hicieron otros muchos viajeros hispanos; desde Cabeza de Vaca en el siglo XVI, hasta hoy asimilándose completamente entonces aquellos otros indianizados hispanos, con los indios de la pradera de Norteamérica los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

Las obras del viajero español "La aventura de curar en la selva". Coca 1970. Manuel Amunariz , o "Las memorias de la frontera", escritas en 1965, abren relatos de viajes amazónicos de españoles desconocidos para el gran público fuera de las élites viajeras de entonces.

En los últimos años de este siglo, un montón de antropólogos misioneros y grandes viajeros españoles han viajado a lugares remotos y han explorado otras sociedades, han observado otras culturas y han aportado su granito de arena en la comprensión de las ultimas sociedades indígenas que se están extinguiendo para siempre.

Los antropólogos españoles en Venezuela viajaron a las selvas amazónicas del Orinoco como José Mª Kruzen y Royo Gómez, o el aventurero y cazador vasco, Espalza en las selvas del Orinoco, trabajando en su garimpo y cazando el jaguar mientras su amigo Jimmy Ángel exploraba las cataratas de Canaima, que fueron bautizadas durante la guerra para siempre con su nombre, el Salto del Ángel.

En África, fueron muchos los científicos sociales hispanos que viajaron, por los desiertos de el Sahara español y exploraron las culturas de los nómadas del desierto como Eduardo Francisco Fernández Pacheco que en 1941 escribió su "Sahara español expedición científica" o Aniceto Ramos Charco,"Del sahara español a rió Muni", o José Guillermo Sánchez que escribiera "el Sahara occidental" en 1932, o Galo Bullon Diaz que en 1944 diera su famosa conferencia en la Real Sociedad Geográfica Española sobre "Geografía humana de Ifni y Sahara", o Caro Baroja con sus "Estudios saharianos" 1955, cuando Wilfred Patrick Thesiger terminaba sus viajes por el remoto sur de Arabia, "El territorio vacío" (por el rub al khali) Todos ellos son grandes nombres contemporáneos hispanos que deben ser reconocidos allende nuestras fronteras como divulgadores viajeros y profundos conocedores de los ergs y los grandes espacios saharianos.

La presencia española en Guinea dejo testimonios de viajeros y antropólogos tan importantes como Claudio esteva con sus primeros estudios sobre los fang ,"los fang" 1962 y numerosos otros antropólogos y lingüistas que viajaron por aquellas colonias, que la limitación de este breve velatorio, nos impide enumerar tan exhaustivamente como quisiéramos.

El legendario viajero español, Miguel de la Cuadra Salcedo fue enviado por el museo de arqueología de Bogotá en 1963, para estudiar la tribu makukankua, en las cabeceras del río Papuri, afluente del Vaupes. Sus estudios de las plantas alucinógenas de éstos y otros indígenas le llevaron al Museo Goeldi de Belem donde pudo identificar cinco especies de alucinógenos de los que Sprucce ya había ya estudiado con anterioridad.

En 1976 Miguel de la Cuadra también entró en uno de los grupos más aislados Huaoranie.

Años mas tarde, Cuadra Salcedo consiguió documentar y estudiar las ruinas del fuerte de el gran marino y explorador Urdaneta en Las Molucas, además de otros numerosos viajes por la Amazonía.

Los numerosos viajes y reportajes de Cuadra Salcedo en aquellos años 60 y 70, llenaron la mente de los viajeros españoles de entonces, con sus interesantísimas y rigurosas crónicas en distintos medios, siempre recuperando a los grandes exploradores hispanos desconocidos por el gran público de entonces.

Alguno de los más singulares sin duda fue el de Zabala, antiguo gobernador de España en Cuba quien posteriormente dirimiría los problemas territoriales entre España e Inglaterra en las lejanas islas de las Nuevas Hebridas, en el Pacífico, donde el importantísimo navegante y explorador español, Quirós realizara alguno de sus mas extraordinarios descubrimientos ya en 1604, dando a Australia el mismo nombre de "Austialia del Espíritu Santo", en honor a la familia real de los Austrias que financió su expedición, siendo el efectivo explorador y descubridor de aquel lejano continente. ¿Cuánta gente sabe esto fuera de los viajeros y eruditos hispanos?

En Perú la documentación de fiestas y rituales se ha visto también sazonada de trabajos aislados de misioneros muchos jesuitas, grandes viajeros, como las peregrinaciones a los nevados del Ausangate, J.Mª. García S.J. con las comunidades andinas del Ausangate 1980, documentando los ritos paganos que tiene lugar con motivos de las fiestas cristianas del Quollor Riti.

Algunos misioneros jesuitas españoles en Asia, América y Asia junto con salesianos y cambodianos entre otros, han realizado notables trabajos y estudios de mitología y cosmogonía indígena, en estos últimos años, así como estudios de cultura material de muchos pueblos indígenas, estudiando la antropología en unos casos como medio, y en otros como fin, para conocer y defender mejor a los pueblos indígenas en extinción, donde sus congregaciones trabajaban ,y en donde, se han convertido en muchos casos, en líderes y portavoces de indígenas, que ya hubieran desaparecido, de no haber sido por este trabajo callado de muchos de ellos; Organizaciones de defensa de derechos humanos documentando e informando a la opinión publica y ong´s internacionales como el Cimi brasileño, o Abyayala en Ecuador, como y otras muchas ong´s, de origen religioso, participarían en los años 80, en los movimientos de reivindicación indígena que nos ha llevado a un renacimiento y refortalecimiento de numerosas organizaciones indígenas en la actualidad.

En otros casos también debemos decirlo, sobre todo en el comienzo del siglo, combinados por la depredadora presencia de empresa ilegales o proyectos de desarrollo, algunos grupos misioneros sin estudio ninguno de impacto cultural, sin conocimiento profundo de algunas culturas indígenas, ha colaborado, a cercenar las estructuras sociales y la identidad de algunas sociedades indígenas en extinción. sin identidad, ni territorios, ni futuro como pueblos.

Otros grandes viajes de españoles buscando la comprensión de otras culturas fue la expedición publicada en Nacional Geographic Español," La expedición a los ashanikas", de la universidad de Santiago, en 2000, o la expedición a la curva del Níger apoyada por la universidad de Granada, 1984, 1985, "españoles en la curva del Níger "J.Bigorra y otros, 1991 o, los trabajos de Antonio Vargas Pérez , "Mediciones de parámetros básicos de moxos", en Bolivia desde 1973.

También los indios cree, en Norteamérica de la bahía de Hudson fueron visitados en un largo viaje en canoa en 1972 desde moose hasta cocharne en el río mattagami, por el antropólogo y pintor de Ceuta Gines Serran Pagan, que colaboró con el movimiento indio norteamericano en aquellos años con largos trabajos y apoyo al movimiento indio con el líder de wounded knee, russel means Serran Pagan participó en aquellos años en la exclusiva danza del sol de los lakota, siux siendo apadrinado por el lider cuervo loco en aquella cerrada ceremonia iniciativa, y participando en importantes protestas en organismos internacionales, en defensa de los derechos de esos indígenas a los que visitaba.

En aquellos años 70, Manuel Gutiérrez Estévez antropólogo investigador de numerosísimos trabajos, realizo importantes trabajos de campo en Yucatán y Belice, durante 1973, mas tarde, en1975 en Ingapirca, Ecuador, investigó sobre creencias populares y en 1977 y 1980 realizó incursiones a Guatemala estudiando y escribiendo sobre conflictos religiosos entre los indígenas quiches, en 1980 hasta 1988 investigó en sus viajes en la península del Yucatán, en Campeche sobre el sistema ético y la hechicería de los indígenas. Mas recientemente en el 2002 trabajó en la amazonia de iquitos y ayacucho sobre simbolismos del arte indígena.

Diego Azqueta, fotógrafo y escritor, viajó con Manuel Gutiérrez Estévez y Jesús Del Arenal, en una expedición de largas marchas amazónicas, por trochas húmedas llenas de dificultades y carencias, en las selvas húmedas de la amazonia ecuatoriana en el territorio de los indios shuar y actual fruto de aquellos viajes y otros en la amazonia serian "taisha, los últimos jíbaros" escritas por Azqueta 1975 en, Gaceta Ilustrada, y "Jíbaros animismo y alucinógenos 1975", Azqueta, Jano revista médica, o alguno de sus otros viajes viajes amazónicos en solitario en "Viaje al Alto Xingú", Azqueta 1975, Periplo, relatando largas estancias con tribus del Alto Xingú, en el Mato Grosso brasileño.

Azqueta también, trabajo en Amazonia como fotógrafo y escritor en viajes con antropólogos sociales en trabajos de divulgación etnográfica entre los indios sionas, con Williams Vickers antropólogo de la universidad de Florida y Ddiego Azqueta ,"El mundo espiritual de los sionas 1974", Periplo, o con el conocido antropólogo Robert Ccarneiro, del museo de historia natural de Nueva York, en su trabajo sobre los indios kamayuras, "El kuarup, ritos funerarios de los kamayuras". A lo largo de estos años Diego Azqueta publicó artículos o reportajes sobre pueblos indígenas y culturas en extinción también en Asia, Integral 1993, Peregrinación de alta montaña en Amarnath, Kashmir, entre otras.

También el conocimiento de la cultura de los pueblos del ártico, los innu, e inuit entre otros se ha visto reconocida por los importantes viajes y trabajos de otos españoles e ilustres viajeros contemporáneos, como ese gran viaje, de mas de 3 años realizado por el explorador y viajero polar Ramón de Larramendi desde el sur de Groenlandia hasta el norte de Alaska, documentado en National Geographic, y en su libro “3 años en el ártico”, quien recorre con medios tradicionales, kayaks y trineos de perros mas de 3000 km de tierras heladas del ártico, cazando, pescando y conviviendo con distintas sociedades innu, compaginado la actividad exploratoria con el estudio de las culturas de los indígenas inuit del norte.

Antropólogos como Javier Carrera con sus trabajos de los yanomamis, en Venezuela, o Antonio Pérez que documenta a continuación alguno de sus viajes son algunos de los viajeros hispanos que han realizado también trabajos que han implicado largos desplazamientos y planificación de viajes y expediciones a lugares remotos. Aportando un mejor conocimiento de otras culturas, otras religiones y otras formas de preservar el entorno que nos rodea, y que ha sido documentado por estos viajeros buscadores de otras culturas.

Las selvas amazónicas colombianas visitadas por el antropólogo Manuel Lucena. "La magia de loa guajibos" 1964, en la cuenca del río Meta y Puerto Carreño, o la Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia, "Religión y creencias en los indios ijka" investigaciones de campo, son algunos relatos de expediciones que durante 12 años Lucena realizaría comisionado por el instituto colombiano de antropología, en aquel lejano 1963.

Lucena, con su gran viaje a las selvas del río Putumayo y su relatorio "las últimas creencias de los indios cofanes" 1968, en Santa Rosa de Huames, aportaría un conocimiento en Europa de la cultura de estos indígenas...

En aquellos años, viajeros y lingüistas españoles visitaban las entonces distantes culturas de los bantúes africanos entre ellos, Luis Beltrán escribiendo sus "Lingüísticas de los bantúes en África" 1964, quien realizó un profundo trabajo de campo mientras, otro colega Germán Granda, viajaba y escribía sobre las culturas africanas de la Guinea y el choco colombiano.

Mas recientemente otro antropólogo español Ángel Acuña, visitaba a la tribus pigmeas del ituri su "Estudio sobre técnicas de subsistencia de los twido m butis" 1980, es un clásico, o este mismo antropólogo y viajero que visitaba las remotas sierra del perija en Venezuela, realizando su "Estudio semiológico sobre la danza yupa", o mas recientemente en 1989, sus numerosos viajes a la sierra tarahumara, realizando sus "estudios sobre la construcción cultural del cuerpo en la sociedad raramuri", sus numerosos viajes y trabajos de campo desde la sierra de los cuchimatanes, hasta el alto Orinoco, nos dan una idea del enorme espíritu viajero y explorador que pervive en nuestros coetáneos, que beben de una historia de grandes viajeros y exploradores, muchas veces sin que seamos conscientes de ello.

No podemos olvidar en este relatorio de los exploradores de otras culturas, los excelentes trabajos de divulgación etnográfica realizados para el programa de TVE "otros pueblos", en los que Luis Pancorbo ha realizado una muy pormenorizada sucesión de trabajos sobre fiestas y ritos ancestrales en tribus remotas del planeta. Pancorbo fundador de la Sociedad Geográfica ha estudiado durante los últimos 25 años culturas indígenas de los cinco continentes especializándose en su sistemático estudio y divulgación siempre basado en una muy completa documentación previa con estudios de campo de antropólogos que cita en sus documentados trabajos.

España ha dado en estos últimos años personalidades muy ricas como las del escalador y antropólogo viajero Ángel Barral, que combinó durante los años 80 y 90, su defensa de los derechos de los pueblos indígenas con, entradas a los indios huaoranies, aucas, antes mencionados, estudios de la cultura tairona, o expediciones a las peregrinaciones de alta montaña de amarnath, en kashmir, con largos viajes al Sahara con escaladas en el hoggar y estudio de las pinturas rupestres del tassili.

Barral también realizó una interesante expedición con oficiales del ejercito español militar al estrecho de Magallanes con equipos multidisciplinares, pruebas de equipos médicos y estudios etnográficos de las islas chilpes o la presencia de los jesuitas entre los indios hurones, Wendat del Canadá que fue otro de sus interesantes trabajos de campo, combinando la beca del museo de Temuco sobre los mapuches, con actividades de montaña, y estudios etnográficos.

Hoy cuando se escriben estas líneas, en los primeros días de junio del año 2003, descubro con tristeza como esos últimos indios aislados, los Tagaeri, el clan que mató, en defensa propia al obispo Labaca, en el Amazonas ecuatoriano han sido asesinados colectivamente, por los intereses blancos, en un genocidio que no aparece en los periódicos, utilizando la alevosía y las manos de sus hermanos huaoranies, quienes perpetran este genocidio, dirigidos, manejados y comprados por los intereses ocultos de las empresas madereras y petroleras que quieren saquear sus territorios, para enriquecer a sus directivos, y que no quede nada para el pueblo ecuatoriano, ni para sus indígenas.

Este asesinato de los últimos indios aislados del Amazonas del Ecuador, una familia de 30 miembros, usando a otra tribu vecina para perpetrar el asesinato, para no mancharse las manos, nos recuerda que la historia del exterminio de los indios de las praderas de Norteamérica, y de los indígenas de la Amazonia o Africa o Asia, usando unos indios contra otros, en un genocidio que se repite una y otra vez, hasta la aniquilación total, de los últimos indios aislados, de los últimos testigos de modelos de desarrollo, y culturas, distintas a la nuestra, que quedan en el planeta...

Sin embargo este sentido de la exploración de las culturas indígenas de finales del milenio, realizada en largos y duros viajes, llenos de vicisitudes, por viajeros, antropólogos, etnógrafos, misioneros, reporteros españoles podría también ser visto en la perspectiva de las palabras del gran antropólogo y viajero fundador del estructuralismo Claude Levis Strauss, quien en distintos de sus libros, incluido el ya citado de tristes trópicos decía ya:

"Al viajar, el etnógrafo, pone en juego su posición en el mundo, franquea los limites de la cultura indígena y la suya propia. No circula entre el país de los salvajes y el de los civilizados; vaya adonde vaya, vuelve de entre los muertos.

Al someter a prueba experiencias sociales irreductibles a la suya, a sus tradiciones, y a sus creencias, al hacer la autopsia de la sociedad de los indígenas que visita, muere realmente para su mundo; y si consigue volver, después de haber reorganizado los miembros dispersos de su tradición cultural, seguirá siendo, de todas formas, un resucitado...

Los otros, la masa de los pusilánimes y de los hogareños, consideraran a este Lázaro con sentimientos contradictorios, con envidia y espanto, al mismo tiempo. Son ellos realmente quienes se agitaran en una contradicción irresoluble: teniendo celos de esa sabiduría secreta que el etnógrafo ha adquirido a tan alto precio; mendigándole migajas; reprochándole perpetuamente su propia debilidad y su fuerza, que les confronta, con la terrible evidencia de una humanidad que no pueden comprender.

Viajero que expía los pecados de su país y huye indefinidamente a lo largo de los trópicos y que se da cuenta que esta, como un judío errante siempre entre dos mundos. El viaje no conquista nada porque sus únicos tesoros son Sensaciones, y aun estas son inefables, una vez enunciadas se desvanecen.

Viajes, baúles mágicos de ensoñadoras promesas, vosotros no entregareis ya vuestros tesoros intactos….viajes lo que vosotros mostrareis primero es nuestra basura arrojada al rostro de la humanidad. Viajar solo es resucitar...

Entonces comprendo la pasión, la locura, el engaño de los relatos de viaje, traen la ilusión de lo que ya no existe, y debería existir, para que podamos escapar a la agobiadora evidencia de que han sido juzgados 20 000 años de historia.

Diego de Azqueta Bernar